viernes, 12 de marzo de 2010

El rey del palacio de los espejos

El Rey del Palacio de los espejos


Silencio...
silencio del recuerdo,
que nunca cae en el olvido...

Las ganas de que aquel ave...,
el ave de mi infancia,
nunca vuele de mi nido.

O quizá,
precisamente,
de que al fín vuele de mi adolescencia...
y se pierda en el olvido.

Porque él...
y solo él ha sido siempre
el lejano rey
del palacio de los espejos.

Espejos bellos...
lejanos,
totalmente inalcanzables para mis manos...

Porque el recuerdo,
su recuerdo,
el recuerdo de su pelo
y de sus besos
y de sus ojos
y de sus manos,
el recuerdo de todas
y cda una de las palabras
que han salido de sus labios...
¡queman!,
queman como el hielo que se deshace en mi mano.

Son las espinas de su recuerdo
las que alimentan
los ríos de sangre que surgen de mis ojos.

Y el miedo al olvido
el que alimenta
las corrientes de agua que ahogan mi corazón.

Pues no sé que odio más,
si sus recuerdos,
o si el olvido...

Porque él fue el único
que ha sido capaz
de despertar a mi aletargado corazón,
y sigue siéndolo...

Porque el es rey de mi reino
pues es capaz de crear en mi
la más brillante luz...
pero también la más profunda oscuridad...
mi sol, mi príncipe de las tinieblas...

Luz y oscuridad adquieren un nuevo significado
pues ambos se reflejan en los espejos,
de su palacio soñado...

Pues él es,
el único,
el único capaz de deshacer mis espinas ponzoñosas.

Pues él ha sido,
el lejano rey
del palacio de los espejos,
y sigue siéndolo.



~{Tilima}~

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